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“Álvaro José de 9 años, jugador del Natación Almería, víctima de una grave lesión tras sufrir una durísima entrada en un partido de benjamines. El chaval acabó retorciéndose por el suelo entre lágrimas y con una rotura de tibia y peroné. Su padre ha denunciado que la entrada fue impropia en un partido entre chicos de estas edades. El colegiado no señaló ni falta y desde la grada acusaron al pequeño de fingir.”
Hoy, después de leer, ver y oír esta noticia me han venido a la cabeza varias reflexiones, aunque la indignación de oír como desde la grada, un grupo de padres gritaban al chico como si fuese un luchador romano que fingía el dolor que en esos momentos tenía, me eclipsa por completa cualquier otro análisis.
Sin darnos cuenta estamos sometiendo a un nivel de exigencia deportiva y de compromiso a unos chicos que nada tiene que ver, ni corresponde con la edad que tienen. La presión a la que están sometidos llega a un punto en el que se olvidan por completo de lo mas esencial, pasarlo bien y disfrutar del futbol. Padres, directivos, entrenadores y agentes del entorno del futbol profesional deben de poner remedio a algo que se está escapando de las manos.