Hoy quiero dejaros esta columna de Alex Remiro que publica la Revista Panenka para que en no más de cinco minutos de lectura podamos ver la importancia del control de las emociones en cualquier persona, máxime la de un deportista que crece y madura también como persona y que no lleva ningún libro de instrucciones para responder a las diferentes adversidades.

Yo soy portero | La columna de Álex Remiro

No es muy común que un futbolista en activo se anime a escribir en un medio de comunicación. Pero Álex Remiro ha dado el paso

«Lo que sigue a continuación son las reflexiones sinceras del guardameta de la Real Sociedad sobre su carrera y su profesión.»

Cuando Panenka me propuso escribir una columna para su revista lo tomé como una oportunidad para compartir mis experiencias y que pudieran ayudar a los jóvenes. Todo lo que estoy viviendo estos últimos tiempos es espectacular, pero el camino no siempre ha sido sencillo. Por eso quiero aportar mi granito de arena. Me gustaría empezar a hablar de la gestión de las emociones, que están inevitablemente vinculadas a mi posición, la de portero, en un equipo de fútbol de máximo nivel.

Aunque mucha gente quizá no lo sepa, llevo ocho años trabajando con una psicóloga. Es Mar Rovira, exjugadora de baloncesto, que hoy se dedica a atender a deportistas de élite. Tengo que confesaros que cuando hablé con ella por primera vez no veía muy claro en qué podía ayudarme. Yo había llegado al Levante, en mi primera cesión como jugador del Athletic, y no estaba pasando por un buen momento. Había jugado cuatro partidos malos y me habían mandado al banquillo. Ahora me doy cuenta de que todavía era un crío. Pensaba que me iba a comer el mundo, pero en realidad estaba muy confundido. Culpaba de mi fracaso a la decisión de haber ido a ese club, pero eran excusas para no admitir que no estaba centrado. Fue entonces cuando uno de mis representantes me habló de Mar.

Cada vez le doy menos vueltas a los fallos o a las buenas actuaciones. No me martirizo con el error ni me regodeo en el acierto

Ella todavía me lo dice: ‘Cuando empecé a hablar contigo, era un suplicio’. La verdad es que no se lo puse fácil. Aunque ella admite que, debajo de mi coraza, veía en mí un razonamiento de ganador… Siempre he sido muy competitivo. Los navarros somos así, muy cabezotas. Con el tiempo he aprendido a valorar todas estas charlas. Esto es una maratón y requiere constancia y compromiso. El trabajo psicológico funciona a largo plazo. Es curioso, porque cuando más lo he agradecido ha sido en estos últimos años, cuando todo se me ha dado de cara. Me sirve para no perder el foco.

Otro aspecto de mi profesión en el que es clave el control de las emociones es la concentración durante los partidos, aunque eso lo he trabajado más con los entrenadores de porteros. Se trata de estar siempre enchufado, y eso hay distintas formas de provocarlo: comunicación continua con tus compañeros, vivir con intensidad cada lance del juego, participar en la salida de balón, no dejar que un fallo o un acierto te alteren… En la Real Sociedad tenemos mucho la posesión. Y nos generan poco. Pero, claro, las dos o tres veces que nos llegan, por normal general, suelen ser acciones decisivas. Eso es o éxito o fracaso; o la paras o no la paras. Pero, más allá de lo que ocurra, debo conseguir que no me saque del encuentro. Cada vez le doy menos vueltas a los fallos o a las buenas actuaciones. No me martirizo con el error ni me regodeo en el acierto. Yo soy portero, y vivo en esa fina línea que separa una cosa de la otra.

Lo que mejor me funciona para sentirme bien es ir a fuego durante la semana. La guerra se libra ahí, de lunes a viernes. Durante esos días, me lo exijo todo. Entrenamiento, gimnasio, comida, análisis del rival… Si durante la semana hago todo lo que está en mi mano para rendir, llego a los partidos con la cabeza despejada. Ese es mi truco. Si eres profesional te tienen que importar las cosas, no puedes pasar de puntillas por los entrenos, porque luego lo pagas.

Los aficionados también ejercen un rol importante en esa preparación mental. Cuando juegas fuera, los seguidores del adversario, que están sentados durante los 90 minutos a pocos metros de tu portería, te hacen comentarios, pero yo intento convertirlos en motivación. Hay una cosa que solo puedes vivir cuando eres portero y juegas en campo rival: sacar la mano en el último momento y escuchar a todo el público casi cantando el gol. Buf. Lo que sientes es indescriptible. Así es como trato de enfocarlo.

Hay una cosa que solo puedes vivir cuando eres portero y juegas en campo rival: sacar la mano en el último momento y escuchar a todo el público casi cantando el gol. Buf. Es indescriptible

También es verdad que no todos los hinchas son iguales. Algunos se tiran el partido entero diciéndote de todo, pero luego también los hay que reaccionan según tu comportamiento. O sea, que solo te dan caña si estás perdiendo mucho tiempo o haces algún gesto.

Uno se acostumbra a jugar delante de miles de espectadores sin sentir presión. Bueno, también hay algo innato, seguro. Depende de cada cual. Esto se vio en la pandemia, cuando no había gente en los estadios. De repente, había futbolistas que, sin público, jugaban mucho mejor. Y que luego les costó adaptarse cuando regresaron los aficionados. La élite te exige que estés preparado para eso. Si no, te expulsa. Yo también tuve que hacer mi camino. Al principio, cuando debuté, mi sensación era que respondía a las acciones. En el segundo año, ya comencé a sentir que las intuía e interpretaba mejor. Y en el tercero, por fin, me di cuenta de que era yo quien dominaba las acciones, no ellas a mí. En mis inicios, cuando un rival se me plantaba delante, en un uno contra uno, pensaba que seguramente sería gol. Pero hoy la actitud es la opuesta. Antes sentía que el delantero jugaba conmigo; ahora soy yo el que juega con el delantero. Esa es la prueba de que he madurado.

Panenka

SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA

Fotografía de Velezito.

El virus pincha la burbuja del fútbol

Con los ingresos en entredicho, los clubes no podrán mantener las altas fichas de sus estrellas ni acometer fichajes galácticos

La burbuja inmobiliaria que estalló en 2008 provocando una crisis económica, social e institucional en España es el espejo en el que se mira actualmente el fútbol a nivel mundial por culpa de las medidas que los gobiernos e instituciones sanitarias se han visto obligadas a tomar para frenar la expansión del coronavirus. «Todo dependerá de la duración del bicho pero si la situación se alarga puede llevar a muchos clubes a la bancarrota», asegura José Antonio Martín «Petón», uno de los representantes españoles más prestigiosos. «Va a ser necesario un pacto general y el fútbol necesitará un proceso de revisión general», añade en una charla con ABC.

Aunque los clubes siguen trabajando en el futuro, la crisis del Covid-19 convierte en papel mojado todos los acuerdos y conversaciones mantenidas entre clubes y futbolistas de cara el mercado estival. La incertidumbre de que se puedan cumplir los presupuestos, de que se satisfagan los ingresos previstos (los derechos televisivos, los pagos de sponsors y las ganancias de taquilla y atípicos) y de que la competición se reanude incide directamente en un mercado que ya estaba sobredimensionado.

«Se había llegado a un tope exagerado tanto en las cifras que se pagaban en concepto de traspaso como en salario», reconoce Francisco Valdivieso, agente entre otros de Munir, Cuenca, Remiro o Campuzano. «Habrá que reconfigurar todo lo referente a pagos por fichaje y a sueldos. Además, los planes de la dirección deportiva de cada club no se pondrá en marcha hasta saber cómo queda todo», explica. «Olvidémonos durante varios años de fichajes de 200 millones de euros, que era la tendencia hacia la que se iba», añade Petón, recordando los traspasos de Neymar (222 millones) o Mbappé (180 millones) al PSG.

Con el actual panorama parece poco probable que el Barcelona pueda recuperar una buena parte de los 160 millones que le costó Coutinho, que pueda asumir el fichaje de Lautaro Martínez, por el que la Juventus esperaba ingresar un mínimo de 110 millones, o el regreso de Neymar, cifrado en 150 millones. Le sucede lo mismo al Real Madrid, que tiene en su órbita a Harry Kane (160 millones) o a Mbappé (el PSG no quiere negociar). No obstante, las fichas de estos futbolistas pueden ser un impedimento para sus clubes, que ahora sí verían bien un traspaso para aligerar su elevada masa salarial, que se convierte en una losa.

Aunque no lo reconocen abiertamente, muchos clubes plantean como solución para aliviar la carga económica una rebaja en las fichas de los futbolistas, bandera que ya ha ondeado la Bundesliga. «Si no se puede jugar nada más, es una posibilidad muy plausible, pero tenemos que esperar a ver cómo evoluciona la situación. Si la temporada se puede jugar hasta el final, con o sin público, la situación también puede verse aliviada», ha explicado Klaus Filbry, director ejecutivo del Werder Bremen. Una posibilidad que tendrá difícil encaje. «La UEFA o la FIFA no pueden obligar a rebajar salarios. Un contrato se firma y recoge una serie de derechos y obligaciones. Se tendrá que valorar caso a caso pero si no hay conciliación habrá conflicto», avisa Valdivieso. Petón se muestra escéptico: «Espero que la AFE y los sindicatos que tan vehementemente han defendido que no se jugara, algo completamente comprensible y en lo que estoy de acuerdo, acepte de la misma forma que los futbolistas se bajen el salario pero no creo que lo hagan».

Los tres escenarios de Calzada

Esteve Calzada, Consejero Delegado de Prime Time Sport, es una de las voces más prestigiosas y autorizadas sobre economía, representación y marketing deportivo. Conocedor del mercado de fichajes, asegura que ahora mismo hay tres escenarios posibles. «El primero es que no se vuelva a jugar y que supondría un colapso a todos los niveles. El segundo es que se juegue a puerta cerrada, lo que permitiría ingresar los derechos televisivos, algo más de 400 millones de euros. Y el tercero es que se reanude la competición y que acabe cuando tenga que acabar, que es lo que creo que acabará pasando, lo que permitiría el ingreso total presupuestado. Yo creo que se hará lo que haga falta para que se juegue», asegura. Calzada reconoce que «habrá un impacto a la baja» y que el precio de los futbolistas se devaluará porque además «al no haber Eurocopa habrá jugadores que no se revalorizarán».

 

Sergi Font - ABC

Exigencia prematura

“Álvaro José de 9 años, jugador del Natación Almería, víctima de una grave lesión tras sufrir una durísima entrada en un partido de benjamines. El chaval acabó retorciéndose por el suelo entre lágrimas y con una rotura de tibia y peroné. Su padre ha denunciado que la entrada fue impropia en un partido entre chicos de estas edades. El colegiado no señaló ni falta y desde la grada acusaron al pequeño de fingir.”

Hoy, después de leer, ver y oír esta noticia me han venido a la cabeza varias reflexiones, aunque la indignación de oír como desde la grada, un grupo de padres gritaban al chico como si fuese un luchador romano que fingía el dolor que en esos momentos tenía, me eclipsa por completa cualquier otro análisis.

Sin darnos cuenta estamos sometiendo a un nivel de exigencia deportiva y de compromiso a unos chicos que nada tiene que ver, ni corresponde con la edad que tienen. La presión a la que están sometidos llega a un punto en el que se olvidan por completo de lo mas esencial, pasarlo bien y disfrutar del futbol. Padres, directivos, entrenadores y agentes del entorno del futbol profesional deben de poner remedio a algo que se está escapando de las manos.

J. GRANADOS

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información. ACEPTAR

Aviso de cookies